martes, 19 de enero de 2010

Diez años después de la restauración Meiji en 1879, un joven llamado Himura
Kenshin llegó a Tokyo. Era un vagabundo, merodeando por todo el país. Una espada
invertida y una cicatriz en forma de x en su rostro eran todo lo que llevaba
consigo. En su viaje encontró a una joven llamada Kamiya Kaoru.
El padre de Kaoru era un maestro espadachín, que murió en la guerra civil,
dejándola sola a cargo de su dojo. Kenshin la ayudó a salvar el dojo de manos
de unos criminales y ella le pidió que se quedara. Kenshin, cansado de vagar,
aceptó. En su estadía se hizo amigo de un joven llamado Sanosuke y de un niño
llamado Yahiko. En el dojo, Kenshin, Kaoru, Sanosuke y Yahiko desarrollaron
una estrecha relación, como miembros de una familia que no pueden ser separados.
Pero el pasado de Kenshin no lo dejaba estar en paz. Antes de la era Meiji,
Kenshin era un asesino político bajo el nombre de Hitokiri Battosai. Kenshin
había escogido ese camino para acabar con los políticos corruptos del gobierno
Bakufu, mientras formaba parte de la reforma. Asesinó cuanto encontró en su
camino hasta que la reforma ganó una absoluta ventaja sobre el Bakufu, entonces
desapareció repentinamente. Cuando sus camaradas se hicieron ricos y poderosos
en el gobierno Meiji, Kenshin se convirtió en un Rurouni, un vagabundo.
Los eventos y personas del pasado persiguieron a Kenshin de tiempo en tiempo.
Asesinos políticos, maestros de artes marciales, enemigos de Bakufu, ninjas
Onmitsu y oficiales de la armada Meiji se acercaban a Kenshin por diferentes
razones. Algunos querían acabar con él, otros querían que volviera a trabajar
para el gobierno. Pero no fue hasta que uno de los tres líderes de la revolución
fue asesinado que Kenshin decidió partir hacia Kyoto. La integridad de su nación
estaba en peligro y Kenshin no podía escapar de lo que consideraba su responsabilidad.
Dejando a las personas que amaba, comenzó su viaje hacia Kyoto

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